Miércoles 13 de Diciembre, 20:57

La historia del Hotel "Corti"

Cultura | La historiadora local Profesora Silvina Alejandra Pérez reconstruyó los orígenes del emblemático Hotel "Corti", cuyo inmueble recientemente se anunció se incorporará al patrimonio del Municipio gracias a la generosidad de su propietario Gérard Saussay.


"Las historias que se tejieron en su interior y la permanencia en la memoria colectiva nos llevan hoy a recorrer el camino del viejo Hotel “Corti”, un antiguo y afamado comercio de Basavilbaso que trascendió al tiempo y al olvido y que hoy constituye un ejemplo del rescate del patrimonio histórico y arquitectónico digno de reconocimiento. Este edificio está fuertemente ligado a la inmigración y a la esencia ferroviaria de nuestra ciudad.

Es así como arriban a Estación Basavilbaso, provenientes de Rosario (Santa Fe), los protagonistas de nuestra historia: don Felipe Bregliano (italiano), su esposa, Artemisia Bronda, junto a sus hijas y su yerno Ercole Corti (italiano), atraídos por las expectativas de trabajo y progreso que prometía esta plaza.

En 1911, Bregliano adquiere una propiedad ubicada entre Avenidas San Martín, Urquiza y calle Josefa Lagocen, en el actual Barrio Oeste, a pasos de la primera estación, instalando un hotel con el nombre de “Italia”.

Cuando en 1921 se produce el traslado de la estación a su actual emplazamiento, algunos negocios de la época buscaron distintas alternativas para atraer a los viajeros. De allí surge la idea de la instalar otro hotel frente a la nueva Estación, que permitiera brindar mejores servicios para quienes necesariamente debían hacer escala y esperar combinaciones en Basavilbaso.

De acuerdo a los testimonios recogidos de descendientes de la familia Bregliano, don Felipe compra otro inmueble, estratégicamente ubicado entre las actuales arterias Hipólito Yrigoyen, que por entonces no tenía denominación (acceso a la estación) y Josefa Lagocen, (ex J.J. Paso) para apostar a un nuevo negocio, dejándolo en manos de su yerno Ercole Corti y su hija Claudia Pascuala.

Este estaba ubicado de acuerdo al plano del Pueblo de Basavilbaso de 1926 en la manzana N° 13, solares 11 y 12 a nombre de Ercole Corti, figurando en el plano de 1925 que el solar N°12 había sido adquirido anteriormente por N. Epegnan y A. Jasovich” el 1 de mayo de 1917 (vendido por la J.C.A, empresa de colonización judía).

Corti, según relatos familiares, a su llegada al pueblo conocía el mundo ferroviario y su movimiento, ya que había sido “mozo de cordel” (maletero) en la estación, luego fue cajero en el primitivo hotel de su suegro, dedicándose posteriormente a su propio negocio gastronómico y hotelero junto a su esposa e hijos.

El joven Ercole, al poco tiempo de su advenimiento a la villa adquiere un rol social destacado en la sociedad, siendo designado para conformar la primera Junta de Fomento local y destacándose en otros ámbitos de la cultura como integrante de la comisión fundacional de la Escuela Nacional y entidades como la Iglesia Católica y el Club Atlético, entre otras. Inauguración, denominación y primeros años.

El 9 de Julio de 1923 se inaugura el histórico Hotel, ícono del pasado basavilbasense, con un baile al cual asistió una nutrida concurrencia y la presencia de autoridades, dato proporcionado por el mismo Ercole en una entrevista realizada por el periodista local Ricardo Galarza.

En sus comienzos se denominó “Londres”, así lo atestiguan algunas fuentes documentales inéditas, constituyendo un hallazgo significativo. Posteriormente, hacia 1936 fue refaccionado y pasaría a llamarse “Italia”. Con el correr del tiempo y hasta llegar a nuestros días, fue conocido y denominado popularmente en una vasta zona de influencia por el apellido de sus dueños, “Corti”.

Si bien es un dato curioso que pudiera llamarse "Londres", debido a que fue iniciado por italianos, como hipótesis personal considero que ese nombre se encontraba a tono y en consonancia con la actividad económica más importante de la villa “el ferrocarril”, por entonces en manos de los ingleses.

Un nombre acorde al paisaje ferroviario y su entorno que se mimetizaba con el paisaje. Desde sus balcones que daban a la estación podía apreciarse una hermosa postal el pueblo y el intenso movimiento que traía aparejada el paso del tren.

En 1924 una publicación del periódico "La Juventud" manifestaba que “Basavilbaso es fuera de dudas uno de los centros más importantes del Departamento Uruguay. Vasta y rica zona ganadera y agrícola, movido y fuerte emporio comercial e industrial. Una de las primeras y productivas de la región".

Imaginemos por un instante el mundo ferroviario, las viejas locomotoras a vapor haciendo su arribo a la estación, el gentío, aquellos que debían hacer tiempo, trabajadores del riel, quienes venían a recibir o despedir a los viajeros, los soldados y agentes de policía que custodiaban el orden, los carreros, curiosos y niños.

Los sonidos típicos, la mezcla de emociones entre alegría, tristeza, añoranzas, esperanza, la llegada y la partida.

La Estación era el paseo por excelencia y su nutrida concurrencia amalgamaba las distintas culturas existentes en la villa. 

En 1928, en el amplio salón del hotel se llevó a cabo un lunch organizado por el club Atlético para agasajar a los legisladores nacionales de la Unión Cívica Radical, Víctor Etcheverry y Ambrosio Artusi, quienes habían gestionado y obtenido un aporte dinerario para la entidad deportiva.

En el reverso de la fotografía aparece el nombre de hotel “Londres” y del análisis minucioso de la imagen no caben dudas que estamos hablando del mismo edificio. Mucho se ha dicho de la presencia de personalidades que pasaron por el "Italia".

De acuerdo a datos aportados por Leticia Corti, nieta de don Ercole, su padre solía contarle que allí conoció siendo un niño a don Hipólito Yrigoyen en su paso por Basavilbaso en la década del 20, recordando con orgullo haberle tocado del hombro.

Hasta el momento no se tienen datos si funcionó en paralelo con el viejo "Italia", lo que sí se sabe que como consecuencia de la crisis de 30 don Felipe se traslada a Buenos Aires, llevando consigo los hijos mayores del matrimonio. 

En 1936 un aviso publicitario en un medio gráfico local, Corti comunicaba a su distinguida clientela y público en general que se encontraba nuevamente en Basavilbaso con el antiguo hotel "Italia", contando con grandes reformas, cocina especial, buenos dormitorios, precios módicos y descuentos para ferroviarios.

En las páginas del periódico local “Crónica”, con fecha 4 de enero de 1936 bajo el título “La cena en el Italia” se relata de un evento ofrecido por los ferroviarios “que se quedan y en honor a los que se van”, despidiendo con espíritu de camaradería a quienes eran traslados en forma definitiva a la ciudad de Concordia.

La concurrencia contó con las altas autoridades de la empresa, siendo un evento oficial y de rigor.

Recuerdos y detalles

Sus paredes guardan muchos recuerdos y otros tantos secretos, un lugar de estadía de pasajeros, de descanso; el salón engalanado con la columna hecha en los talleres Vasena, fue escenario de reuniones sociales, políticas, deportivas, de visita de autoridades, famosos y anónimos.

Hacia fines de la década del 20, allí se recepcionaba y se servía la merienda a las delegaciones deportivas visitantes luego de los encuentros futbolísticos con el “Decano”, compartiendo el clásico té.

Contaba con lujosa vajilla, loza blanca, copas de cristal, soperas de metal plateado, excelente atención, menú económico y descuento a ferroviarios. 

Su patio estaba ornamentado con plantas dispuestas en canteros, pérgolas, parras, aljibe y una vieja palmera en el centro.

Fue un lugar de mucho movimiento, una multiplicidad de personas lo transitaban a diario, sumado la presencia de los niños de la familia, ya que el matrimonio Corti, tuvo diez hijos, y algunos de ellos compartieron las tareas.

En las vacaciones se convertía el lugar que convocaba a la familia, su patio es mudo testigo de las diversiones infantiles.

En la galería solía sentarse doña Claudia en su sillón de mimbre acompañando y disfrutando de sus nietos, quienes la recuerdan como una mujer muy maternal.

La gran palmera “estaba en el medio del jardín, y era centro de nuestros juegos, pues a su alrededor construíamos nuestra aldea aborigen, nuestra ciudad medieval o aquel hábitat que señalaran nuestras fantasías”. 

El testimonio de Leticia Corti, también relata que, en el verano de 1954, un ciclón azotó parte de la ciudad provocando daños importantes en la planta alta del edificio, donde habitaba la familia.

El lugar se encontraba repleto de gente, y en plena cena, se cortó repentinamente la luz, el viento azotaba las persianas y los hombres del lugar trataban de sostenerlas con todas sus fuerzas, los niños rezaban, y luego miedo, llantos, corridas con linternas para evaluar daños, caos.

Toda la mampara de vitrales que cerraba el piso superior, que iluminaban la bella galería con piso en damero, se había caído sobre el patio interno, sostenida por la pérgola.

Sus últimos años

Supo de tiempos de apogeo y con el transcurso de los años, fue corriendo la misma suerte del ferrocarril. Alrededor de él también se contaron historias de amor y de misterio, como la de un suicidio que pudo haberse producido en el lugar.

Durante algunos años fue un punto de parada de colectivos, brindando los servicios de Terminal de Ómnibus y finalmente una heladería.

Los tiempos cambiaron y el edificio se fue deteriorando, la privatización del ferrocarril también significó su ocaso. Los años 90 marcaron el punto final y la oscuridad.

Hoy ha cobrado vida y la recuperación y restauración de este edificio es una realidad de la mano de Gerad Sussay, un francés que se enamoró del lugar, lo adquirió y de inmediato comenzó con obras de refacción hechas con sus propias manos, con su minucioso trabajo y exquisito gusto, hasta en el más mínimo detalle, respetando el estilo original y el espíritu de sus iniciadores.

Podríamos decir que fue un amor a primera vista. Hoy recorrer este lugar, tan arraigado a nuestros sentimientos y que continúa conservando su estilo de construcción como lo fuera en el pasado, es una hermosa experiencia.

En 2018 se lleva a cabo su reapertura, con la inauguración como salón de fiestas “Le Chateau”.

Desde sus balcones podemos observar el Basavilbaso de hoy, con un halo de nostalgia de tiempos pasados, sabiendo que algunas cosas permanecen, pero otras se transforman. Y así el antiguo hotel, cobró vida en la recreación de un castillo al estilo de los que se encuentran en la Francia natal de Gerard.

En un gesto sin precedentes en la historia de Basavilbaso, Gerard dona al municipio su amado "Le Chateau" para las generaciones venideras, para que entre sus paredes la cultura pueda florecer, expresarse y manifestarse como muestra de la elevación humana, el rescate de la memoria y la identidad de nuestro pueblo, el legado que hemos recibido del pasado y tenemos el deber de preservar.

Premonitorias fueron sus palabras allá por el año 2021, cuando en una charla me expresara: “Esa obra majestuosa la compré porque soy un apasionado del pasado, de las cosas antiguas, lo que ha sido una parte de la historia de un país, por su arquitectura y con mucho respeto a los hombres de buena voluntad que supieron edificar este monumento… demoler semejante edificio, no tenía derecho y más como extranjero, borrar todo un pasado, toda una cultura…es un regalo para las generaciones futuras”.